Historia del Hotel Marítimo
El actualmente HOTEL MARÍTIMO, obtuvo su nombre en 1978. Año en el que fue vendido por su antiguo propietario y nombre que fue heredándolo hasta la actualidad. Su primera aparición se hizo en 1915 como Pensión Miramar; y su fundador fue el alicantino Juan Pastor Sevila; quien empezó su andadura cuando a mediados de los años 40, Juan Pastor (que ya había regentado otro establecimiento hostelero en plena Rambla desde 1915) adquirió la casa de la C/San Fernando 42, Valdés 13 y Santiago 2 a la que añadió 4 plantas con la estructura que prácticamente ha llegado hasta nuestros días. En el último piso vivía la familia (numerosísima, tuvieron 7 hijos) en el terrazo estaba la lavandería y cuarto de plancha y el tendedero. El local de la planta baja estuvo alquilado para tienda de ultramarinos al uso de aquel momento, se vendía de todo: aceite, conservas, alubias, salazones.
Desde el año 2004 lo posee la familia García Velasco, Jurri C.B. que ha ido actualizando y reformando las habitaciones y el mobiliario, en 2018 decide reformar su fachada de forma radical, cambiándole el color y añadiéndole molduras que integran el edificio junto a los Palacios que lo rodean, consolidándose en la recuperación de la zona centro, con un profundo respeto a los 104 años de antigüedad que tiene el establecimiento, pudiendo ser considerado por ser el hotel en funcionamiento más antiguo de la ciudad como “Patrimonio Histórico”, y pionero de la industria turística de la Comunidad Valenciana.
En 1915, Juan Pastor Sevila, natural de sant Joan y casado con Águeda Catalán Hernández, abrió en Alacant un establecimiento hostelero, la Pensión Miramar, situada en la calle Jorge Juan, aunque en su elaborado y pródigo libro Posadas, fondas y hoteles en el Alicante del siglo XIX y primera mitad del XX, editado por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, la concienzuda investigadora Caridad Valdés Chápuli lo eleva de categoría, Hotel Miramar, y lo ubica en el número 15 de la calle Gravina, frente al desaparecido Mercado Central del muelle. Evocando confesiones familiares, su nieto, el artista alicantino Javier Pastor Millet, espolea la memoria y precisa la localización del hospedaje: «estaba junto a la escalinata de santa María, muy cerca de otra pensión más reciente, El Mar». Y algunas actividades de su predecesor: «tenía carruajes, que alquilaba para las transacciones y trabajos del puerto. Guardaba la caballería y los vehículos en los almacenes con arcos que hay debajo de la iglesia».
El abuelo Pastor Sevilla mantuvo la pensión hasta 1928, en que, mejorada su posición, se trasladó al número 19 de la Rambla, «en la principal vía de la ciudad». Allí, y junto al extinto convento de las Religiosas Capuchinas Franciscanas, inauguró su propio y moderno negocio, el Hotel Pastor, «con calefacción central y agua caliente», como se presentaba en un anuncio, en el que «en 1933 llevará a cabo importantes reformas», según Caridad Valdés.
Al final de la guerra de España le sustituiría al frente de la dependencia su hijo, Juan Pastor Catalán, personaje multifacético, al que la nueva burocracia del régimen le expropiaría el hotel con el argumento de que el local se necesitaba para edificar la nueva sede del Banco de España, que finalmente ocuparía el solar del citado convento capuchino, quemado y saqueado el 11 de mayo de 1931 por fanáticos antirreligiosos. De poco le serviría a Juan Pastor quejarse en Madrid. A la vuelta de su frustrada visita se mudaría con su esposa y la prole a una casa en L’Albufereta, propiedad de unos amigos.
Tras la demolición del inmueble de la Rambla y un obligatorio paréntesis, Juan Pastor Catalán volvería a abrir el hotel en 1946, alzándolo sobre un solar, con apertura principal por el número 10 de la calle Valdés y acceso por san Fernando, 42. Natural de Alicante desde el 5 de mayo de 1906, se había casado con Josefa Millet Vázquez, hija de Agustín Millet, masón y fundador de la Logia Constante Alona. Con ella, maestra de la República destinada en Callosa de Segura, posteriormente represaliada, mantuvo siete hijos: Águeda, Juan, María José, Agustín, María, Antonio y Javier, el pintor y benjamín del grupo. Todos felizmente vivos a día de hoy y nacidos en casa, menos el último en llegar. Recordándola, Javier despierta olas de emociones: «mi madre era una excelente persona, republicana liberal. Frecuentaba el Ateneo. En casa guardamos un retrato que le hizo Emilio Varela. Y además, era guapísima». Con su padre no se queda atrás: «boxeador y galán. Enamoraba a todas las chicas. Fue un gran hombre, deportista y generoso».